sábado, 26 de abril de 2014

ESTUDIO DEL SOLEAMIENTO Y DESNIVELES CON MODELOS 3D



SIMULACIÓN DEL SOLEAMIENTO


Realizando una simulación del soleamiento en la zona próxima a nuestro solar en invierno y verano, se observa que por la altura de los edificios próximos, las distancias a estos y la pendiente del terreno, no tiene influencia, ni nos debe condicionar la distribución de nuestros edificios.

INVIERNO:

VERANO:















jueves, 24 de abril de 2014

EVOLUCIÓN DE LA MAQUETA


EVOLUCIÓN DE LA MAQUETA

Esta fue la propuesta defendida en clase, y a pesar de tenerlo delante y de no pretender la simetría como diseño de edificio y patios, no era consciente de la misma ni de la desgraciada forma resultante de la zona de habitaciones.

















martes, 22 de abril de 2014

PRUEBAS CON LA MAQUETA




PRUEBAS CON LA MAQUETA


Con la ayuda de una maqueta general con las curvas de nivel, y los edificios del entorno de la parcela, comienzo a hacer pruebas de volúmenes, siempre con unas objetivos generales:
  1. Buscar un escalonamiento de la parcela que me permita ir incluyendo los usos en la misma, a la vez que permito el tránsito desde las calles al irse adaptando al desnivel de estas.
  2. Separar la parte de habitaciones del resto para dotarlas de una intimidad necesaria, poniéndolas por encima de la cota de la plaza superior y dejando los otros dos escalones para que contengan usos públicos y privados, y así incitar al barrio a disfrutar de las zonas ajardinadas y de estos servicios.
  3. Aprovechar las cubiertas para aprovecharlas como zona verde que se pueda unir con las zonas públicas de los niveles superiores.
  4. Intentar colocar las habitaciones todas a un mismo nivel de calle, para posibilitar no tener que usar los ascensores por los ancianos, lo que les desorientan mucho.



  En este primer tanteo había separado la zona de agua en un edificio independiente del resto.







Finalmente lo integré con el resto de la edificación para mejorar la accesibilidad y la utilización por los residentes y el público.
La obsesión con evitar el ascensor en la zona de habitaciones, y la pretensión de alinear esta edificaciones con los viales para anclarlos al entorno, dio como resultado una no pretendida cuasi simetría, manifiestamente mejorable.

domingo, 20 de abril de 2014

EL UMBRÁCULO DE CERCEDILLA


EL UMBRÁCULO DE CERCEDILLA


 A continuación adjunto la información encontrada en un blog referente al umbráculo de Cercedilla que se citó en clase, aunque no la haya utilizado como referencia para el proyecto ,tiene una muy buena resolución integrando el edificio en la ladera de un monte.



La idea del encargo era organizar una serie de servicios: bar-merendero, venta de madera, aseos, piscinas, vestuarios, almacenes, despachos etc., en una ladera orientada al Sur en el Monte de Cercedilla, a fin de crear un centro de interés y evitar el descontrol del uso del monte.
La idea arquitectónica era crear un gran umbráculo, una prolongación de las ramas de los árboles que “racionalizase” el ambiente de luz y sombra, de grandes y pequeños espacios que el monte posee.
Se utilizó un entramado estructural de madera desarrollado en tres niveles de 10,80m de ancho cada uno, y en dos alturas de 1,90m y 3,80m sostenido por una retícula de pilarias a distancias 3,60m y 7,20m. La sección constante de la madera para todo el conjunto es una escuadría de 6x6cms.
La cubierta de los espacios cerrados es de planchas de plástico translúcido situada bajo el entramado, y el cerramiento de muros es de tipo panel sandwich con tabla de madera machihembrada en ambas caras y relleno de aislamiento. El sistema de luz y sombra se realiza con una cubrición de tabla de madera de 12×2,5cm que colocada a diferentes separaciones, alturas y orientaciones determina la forma del conjunto.
Para la piscina, en mente el cuadro “Guitarra y pipa” de George Braque. Por la pendiente del terreno y por las diferentes alturas de los vasos, se estableció la “guitarra” en dos niveles, ambos unidos por el mástil. El agua saltaba de un vaso a otro entre los “trastes” de la guitarra que, colocados a diferentes distancias, debían producir diferentes sonidos de caída del agua.



A continuación incluyo el texto enviado a otros alumnos por Javier Vellés, uno de los responsables del proyecto.

Memoria
El encargo: Era el año 1975, me había visto obligado a abandonar el gabinete de proyectos de la Obra Sindical del Hogar, que dirigía el arquitecto Antonio Vallejo. Yo había trabajado allí, tres años, muy a gusto, con mis compañeros de carrera, José Carlos Velasco y Alfonso Valdés, y con otros arquitectos, aparejadores, ingenieros, delineantes y administrativos. Había redactado unos cuantos proyectos de escuelas de formación profesional y dirigido las obras. Y me quedé con cierta experiencia y sin trabajo. Por las mañanas, empecé a dar clases de dibujo técnico en la ETSAM. Por las tardes, tenía tiempo libre. La arquitecta María Luisa López Sardá (en adelante, Pispa), recién casada con mi amigo José Carlos, tenía un encargo del ICONA (1) y me propuso que lo resolviéramos a medias. Su padre, Filiberto López Cadenas, ingeniero de montes, nos presentó a su colega Antonia Aldama, ingeniero jefe de los montes de Cercedilla. Querían hacer una instalación que atrajera a los excursionistas, para que se reunieran en un lugar, en vez de dispersarse por el monte público. Decían que, así, sería más fácil controlar el comportamiento de los que deterioraran el bosque o las negligencias de los que pudieran provocar los temidos incendios. Proponían construir una piscina, unos vestuarios, un botiquín, un merendero y un almacén de venta de leña para las barbacoas. Visitamos el lugar en el que querían instalar los “servicios recreativos”: un bosque maravilloso de pinos silvestres, en la ladera meridional de la sierra de Guadarrama, encima de Cercedilla. Fuimos a ver que construcciones hacía el ICONA en sus dominios. Eran construcciones de albañilería modesta y convencional que revestían con costeros de tronco para que adquirieran un aspecto rústico, a lo Davy Crockett. Decidimos que, para hacer aquello, no nos necesitaban, y que teníamos que proponerles otra cosa.
 El proyecto: Creíamos que se podrían hacer unos pabellones, totalmente de madera, cuya construcción fuera fácil. Lo ideamos rápidamente, dibujando croquis a lápiz y planos precisos a rotring. Recuerdo las fuentes de inspiración: el umbráculo del parque de la Ciudadela (Josep Fontseré, 1883), en Barcelona; la poltrona Negro, rojo y azul (Thomas Rietvel, 1917) y el cuadro Guitarra y pipa (polka) (George Braque, 1921-22).
Conocido el emplazamiento previsto, pensábamos que, para llevar a cabo el conjunto, el mayor claro del bosque lo ocuparían las piscinas, que necesitan un espacio despejado y libre de pinocha. Suponíamos que, para edificar los pabellones, habría que talar unos cuantos pinos. Pretendíamos que el número de árboles sacrificados fuera el menor posible y que la madera que se sacara sirviera para la construcción. En una excursión de la Escuela, habíamos disfrutado visitando el umbráculo de Barcelona, lugar encantador, con sus finos peines de sol y sombra que recordaban a la luz entreverada de los pinares. Evocando aquello, queríamos hacer un entramado sistemático de listones y tablas que, protegiendo los pabellones, devolviera la umbría robada. Esto permitiría que los locales tuvieran un techo traslúcido con el claro-oscuro de los rayos tamizados, como en el bosque.
Se habló de que la construcción la realizarían los guardabosques de la plantilla del ICONA, con sus capataces, y que, Juan Vielva, el ingeniero de la zona, fuera el jefe de obra. Gentes inteligentes, jerarquizadas y bien organizadas, pero que no eran carpinteros expertos. Había, pues, que proyectar un sistema de construcción ordenado y sencillo. Convenía la repetición sistemática de una manera de hacer a la que pronto se cogiera el tranquillo. Admirábamos la célebre poltrona de Rietvel, Negro, rojo y azul, constituida por listoncillos y tableros que, sorprendentemente, se unían adosándose en los cruces, aparentemente, sin ningún ensamble. Nuestra construcción iba a ser algo así, pero sin trucos. Un haz impar de palos cuadrados se cruzaría con otro haz par. Más palos en los tramos largos, y menos en los cortos. En el centro de los cruces: taladros y pasadores de acero con escudos y tuercas; y los nudos quedaría firmemente atados. Todos los palos serían de la misma escuadría: listones de 6 x 6 cm. Las longitudes, variables, por series. Los listones formarían entramados ortogonales a lo largo, alto y ancho del conjunto. Las tracciones diagonales se absorberían con barras, moderadamente finas, de acero macizo (F14), con los extremos espadados y perforados, sujetas por los mismos pasadores. El entramado total, a pesar de su ligereza, estaría arriostrado en las tres direcciones del espacio y, como las leves alas de un biplano antiguo, podría aguantar fuertes rachas de viento sin desbaratarse. Hicimos una memoria de cálculo. Nicolás Cermeño, que entonces era estudiante de arquitectura, nos ayudó. Presentamos unas láminas muy claritas que explicaban las solicitaciones consideradas y el teórico comportamiento de la estructura frente a las fuerzas. Los ingenieros no se fiaban. Suponían que un edificio tan liviano no podía resistir fuertes cargas de nieve. Nos exigieron que construyéramos la maqueta de un módulo, con sus elementos de madera y metal, perfectamente a escala, para ensayarlo, cargando hasta la rotura. Jose Carlos y yo, éramos aficionados a las maquetas de barcos y la prueba me divertía. Usamos finos listones cuadrados y tablillas de cedro (la resistencia del cedro es algo menor que la del pino silvestre), y alambre de latón (la resistencia del latón también es inferior que la del acero). En presencia de los ingenieros, sometimos la maqueta a la carga proporcional que se exigía. Había que comprobar que el edificio soportaría el peso de una gran nevada. No pasó nada. Duplicamos la carga, la triplicamos, y seguía sin producirse el colapso. Parecía que, aunque fuera en Siberia, nuestra construcción aguantaría la nieve que le cayera encima. Les dio pena destruir la maqueta y no llegamos a la rotura. El ensayo fue un éxito.


Mientras yo daba clase en la Escuela, Pispa acababa de traducir al español, para Gustavo Gili, un libro que estaba de moda: Arthur Dresler, Colin Rowe y Kenneth Frampton, Five Architects. Eisenman Graves Gwathmey Hejduk Meier, New York Oxford University Press, 1972. En aquel libro, veíamos que los neomodernos estadounidenses daban un valor artístico a los planos que nos resultaba muy atractivo. Y que la supuesta belleza de sus trazados estaba emparentada con el neoplasticismo y con el cubismo.
Incitado por Oíza, yo había comprado, en un anticuario de Pollensa, una estupenda litografía del cuadroGuitarra y pipa (polka) de Braque, que casi era del mismo tamaño que el original. Pinchamos aquella reproducción en la pared del estudio. Y, mientras pergeñábamos la planta del conjunto, si levantábamos la cabeza, la imagen estaba presente. Y la relación entre las formas de la piscina partida y la de una guitarra descompuesta a la manera de Picasso, Braque o Gris, fue consciente.
(1) El Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), antes de 1971, era la Dirección General de Montes. Con la creación de las Comunidades Autónomas, se extinguió en 1991.




jueves, 17 de abril de 2014

MAQUETA Y AVANCE DEL PROGRAMA


MAQUETA Y AVANCE DEL PROGRAMA


En esta maqueta se delimita el ámbito en el que se va a actuar, la unión de estudiantes y ancianos en el mismo edificio para que ambos se beneficien de ello, y los principales usos a implantar en la parcela, y en las calles próximas para cambiar la zona y aumentar mucho el atractivo con respecto a Pozuelo.












RESIDENCIA DE AIRES MATEUS EN ALCACER DO SAL

La Residencia para mayores en Alcácer do Sal, del arquitecto Aires Mateus es un proyecto que busca comprender y reinterpretar la combinación social/privado en un espacio entre un hotel y un hospital, respondiendo a las necesidades de la vida social y, al mismo tiempo, de la soledad.


Unidades independientes son agregadas a un único conjunto geométrico, cuyo diseño es expresivo y simple. Se trata de un volumen blanco, sencillo y claro, donde el material, el detalle constructivo y la sencillez son los protagonistas. Un muro perforado acoge el conjunto de viviendas, sobre un encinar cuya pendiente entierra parcialmente el programa.



El retranqueo de los diversos módulos invita a desplazarse a las personas mayores. Los pasos están rotos, las vistas varían, los senderos se entrecruzan. Los arquitectos pensaron en las necesidades de los ancianos como colectivo. Las habitaciones de este asilo son casi pequeñas viviendas, unidades que fragmentan, sin romperla, su pertenencia al edificio común. Al inmueble se han ido sustrayendo cubos que han convertido en patios de luz y miradores.




El programa busca llevar luz y calidad contemplativa a las habitaciones de los inquilinos. Así, en todas las estancias, un paño entero de la pared es de vidrio. El retranqueo del edificio no solo busca emular los meandros topográficos, también trata de preservar la privacidad de los ocupantes sin robarles luz ni vistas. Al final, ese gesto que atiende al suelo y a las necesidades de los usuarios también consigue añadir expresión a un proyecto suma de módulos en el que conviven tantas voluntades.